Estaba leyendo ayer por la noche el libro del Premio Nobel de
Economía J.E. Stiglitz, "El precio de la desigualdad" mientras
escuchada por la tele el caso Gurtel-Bárcenas-Sobresueldos en B cuando me di
cuenta de que mi grado de indignación crecía en exponencial cuando volvía a
reparar en el subtítulo del libro: "El 1% de la población tiene lo que el
99% necesita". Ya que me decía a mismo, cuanto mayor es la corrupción-en el
caso de España endémica, por lo menos desde el Lazarillo de Tormes-menor es la
calidad de la democracia y por tanto mayor el poder del 1% sobre el 99%.
Ya que en definitiva, estando completamente de acuerdo con la
reprobación moral, ética y social así como con la claridad, determinación y la
depuración inmediata de responsabilidades en los casos de corrupción, caiga
quien caiga y lejos de la constante y penosa indeterminación consciente del
Presidente del Reino de España, Sr. Rajoy con aquello de “ Todo es falso salvo
alguna cosa”, la conclusión es que la corrupción siempre favorece a los mismos,
a los del 1%, cuando el resto, el gran resto, necesitamos de políticos y
partidos políticos, sanos, con democracia interna, donde prime la meritocracia
frente a la mediocracia, responsables y
que miren siempre por el bien común. Aquí y ahora.
Aunque parezca difícil creerlo es el único antídoto posible
para que el 1% no siga mandando sobre el 99%. Para que unos pocos tengan cada
vez más y otros pocos cada vez menos. Lo contrario, bien en forma de falsos liderazgos
populares, o de supuestos tecnócratas que adoptan decisiones “políticamente
asépticas” que nunca lo son o populistas opciones políticas que a partir de la
crisis de los partidos tradicionales
alimentan los polos extremos del mapa político, haciendo estallar todo tipo de
puentes para mayor gloria del 1%, ya que siempre es más fácil controlar los
extremos que precisamente no se caracterizan por su libertad de pensamiento, significa
siempre y en conclusión, una democracia de menor calidad y por tanto mucho peor
para los más débiles. La gran mayoría.
Es por ello, por lo que en este preciso momento, donde más
falta nos hacen políticos de primer nivel. Políticos, que nos representen
directamente y regeneren de la mano de la sociedad civil, que también requiere
de su catarsis particular-eliminando de la conducta popular las típicas frases
como, ¿sin IVA o con IVA?, o si estuviera en su lugar-mirando de reojo al
corrupto de turno- yo también haría lo mismo o, a otra escala mucho menor eso
de poner de titular del coche a la amama dependiente, para para que me apliquen
el tipo reducido de IVT cuando mi amama nunca va entrar en mi bi-plaza tuneado-en
esta sociedad tan ajena a los valores que decimos comulgar que estamos
construyendo o mejor dicho derribando entre todos. Es el cinismo, que de
todas-todas nos distorsiona la vara de medir, ancho para mí, estrecho para los
demás. “Total…todo el mundo lo hace”. Sin reparar que para el otro el
defraudador eres tú. Es la sociedad trampa, la sociedad donde la corrupción
campa como las ratas en la basura. Es que la corrupción, para que sobreviva,
requiere de un microclima, de un clima, de un hábitat, de un contexto…O acaso,
¿se nos ocurre, echar un papel kleenex al
suelo en una calle reluciente? Seguro que no…Esa sí que es una presión social
sana.
Una presión social, y a ella me quiero referir, que nos tiene
que conducir hacia una segunda transición, rompiendo de cuajo con las conductas
franquistas todavía imperantes más allá del Ebro donde en lugar de dignificar
la política, también con unas remuneraciones acorde con las responsabilidades
que se asumen, se mezcla la representación pública con participaciones en
empresas privadas, consejos de administración o lobbies que más que grupos de
presión son “asociaciones” que se dedican al cobro de las comisiones. Confundiendo
intereses particulares con el interés general. Creando un plato precocinado,
que es el auténtico caldo de cultivo
donde se asienta la corrupción. Es, en definitiva, la niebla de invade el microclima.
Pero bueno…aunque muchas veces parezca lo contrario…esto
tiene solución. Una solución, que aunque hoy parezca un contrasentido tiene que
venir necesariamente de la política. De la política con mayúsculas. Porque tenemos
que creer en nuestra capacidad de reacción, regeneración y cambio. Ya que no
todo es igual, ni tampoco todos somos iguales.
Es en este punto donde quisiera romper una lanza a favor de
tantos y tantos políticos (de todos los colores) en particular en Euskadi, que
han dado y están dando todo por el País que representan. Lo digo porque lo
conozco. Por lo que con el ejemplo de las gentes de conductas más honorables,
que las hay y muchas y todos las conocemos pueblo a pueblo, y que lo han todo
desinteresadamente para mejorar la vida del vecino, con la fuerza y el empuje de
los más jóvenes (los grandes olvidados salvo para las fotos de campaña) y el
compromiso con nuestros hijos, porque se lo debemos es el momento, de iniciar
esta segunda transición. Sobre todo de la mano de una nueva generación, también
de políticos, que entre otras cosas no llegó a votar ni la Constitución ni el
Estatuto. Es el momento del siguiente eslabón de la cadena. De nuevas caras. Es
el momento del tick-tack para abrirles el paso. Para que ese eslabón asuma su
papel central. A todos los niveles. De
aquella generación que crecimos masticando el chicle Cheiw, cuando aparecían los dos rombos
nos mandaban a la cama, montábamos en un BH,
nos regalaron nuestro primer Casio
digital y flipábamos o nos aproximamos a las nuevas tecnologías con el Spectrum. Es nuestro momento y lo
tenemos que reivindicar.
Desprendámonos pues, de perezas, comodidades, también incredulidades,
del “¿qué puedo hacer yo?, total…todo va a seguir igual”. Demos el primer
paso. Y el segundo, y el tercero…Hagámoslo
por el 99%. Por nosotros mismos. Ya que como decía Popper, no podemos aspirar a
gobernantes perfectos, pero sí a perfeccionar los mecanismos para que los malos
gobernantes hagan, nos hagan, el menor daño posible. Y nosotros, tú y yo,
tenemos que ser parte de ese mecanismo. Lo somos ya, desde el momento en que
somos parte de esta sociedad, de nuestros pueblos y ciudades, de nuestro País.
En definitiva de nuestra “polis”. Exijamos bolsillos de cristal y sin dobles
fondos y seamos implacables con el “chorizo”. Empecemos alterando el
microclima, el clima, el hábitat… en resumen…empecemos con “todo con IVA”,
desde la alfombrilla del descansillo, el menú del fin de semana, pasando por el
ultimo empaste…hasta…tu pones el ejemplo. Porque al ser parte de la calle, también de ti depende el microclima, el clima,
el hábitat…¿te acuerdas?…que nadie eche más mierda al suelo, porque está
limpio.
Porque lo mantenemos limpio entre todos. Aparte de la
excelente educación, de los servicios sociales gran nivel o buen transporte
público, lo que también debemos aprender de nuestros vecinos del norte-con los
que tanto nos fijamos aunque la vista de algunos se tuerza hacia la Chávez de
Venezuela o la Cuba de Castro- es la concienciación social de que quien
defrauda no defrauda al Poder-la picaresca del lazarillo-sino al vecino al que
le deja sin asistencia social, cama en el hospital o pupitre en el aula. Y a
partir de ahí, presionar a los partidos políticos, reconociendo su necesidad,
para que se abran a la sociedad y sean permeables a sus necesidades. Partidos
sí por tanto. Transparentemente financiados. Políticos también. Por supuesto.
Debidamente pagados y en continua relación con los votantes de su circunscripción.
¡Porque no!, con listas abiertas, sobre todo en la política local, aunque esto
tampoco sea la panacea exenta de problemas. Para que le midan, le controlen y
le evalúen, la gran asignatura pendiente, y le voten o no en las siguientes
elecciones. Y de nuevo control, control y control. A todos los niveles. Y
cercanía, mucha cercanía. Una relación real de tú a tú. Sin ruedas de prensa
sin preguntas. Y al que se le pilla con la mano en el tarro de mermelada, se le
cierra la tapa. De inmediato. Sin contemplaciones. Serlo y parecerlo. Implacabilidad.
Tolerancia cero. Y eso sí, si se demuestra su inocencia, rehabilitación con
mayúsculas. También ocupando portadas. Estos son los mecanismos de Popper. Tus
mecanismos. Nuestros mecanismos. Es nuestra exigencia, tu exigencia, a la vez
que nuestra obligación, tu obligación. Para que el 1% mande cada vez menos
sobre el 99%, que es donde estamos tu y yo. Es nuestro deber cívico. Te lo
debo. Me lo debes. ¿Qué te parece?
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