miércoles, 27 de julio de 2011

No son tiempos para vacaciones


Acabo de estar con un barraquero que me ha invitado a pegar unos saltos en una de sus camas elásticas. Al ver que no me animaba, ha optado por entretenerme porque ¡caramba! charlar sigue siendo gratís. “La gente está muy quemada. Esto acabará muy mal. O revienta o... ¿cúantas familias han echado a la calle en Barcelona esta tarde? La gente ya tiene hambre y algo tendrá que hacer cuando se le acaben las ayudas, aunque sólo sea robar. Aquí en el norte, la cosa está mejor”, me suelta. El hastío cede terreno a la rabia generalizada de la gente. “Busques por donde busques, no hay curro”. No, no es momento para que los líderes europeos se vayan de vacaciones. Si es que de verdad algo pueden hacer. Bueno, hablo de la pareja de guardianes de la zona euro, Merkel y Sarkozy. Aunque barren para casa, al menos la tía Ángela ha logrado implicar a la banca privada y que las agencias de calificación descarten el “default”. El resto, poco pinta.
O es ésa la sensación, y en política las percepciones cuentan. Y mucho. Puede que a la mayoría el euro les quede grande, porque la unión monetaria no hace la unión económica. Ante semejante aprieto, las citas de nuestros mandatarios se asemejan más a una reunión de vecinos en las que todos chillan y uno decide. Y mientras, no paran de restregarnos Euskobarometros y encuestas varias que hacen tiritar a más de uno que pensó en mezclar aceite y agua. A nivel estatal, se salva Rajoy, aunque los votantes saben que un cambio de gobierno no será la panacea para sus penas. Aniquilará los gobiernos de Bildu y abortará las transferencias pendientes, tan importantes para que Euskadi ahonde en su autogobierno. Un retroceso. Zapatero, por su parte, la única chapa que se puede poner es la del fin de ETA. A lo nuestro pues, que no son tiempos para vacaciones, no.

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