martes, 6 de julio de 2010

A quien mete la pata, se le perdona. A quien mete la mano, se le corta

ASIER ARANBARRI. Portavoz de EAJ-PNV en Juntas Generales

“Aunque sea atrevido por mi parte, esta vez me lleva a teclear la imperiosa necesidad de hablar de los políticos.

Hay una leve tendencia social a meter a todos en el mismo saco. Y nunca es en el de las manzanas sabrosas. Tampoco es de extrañar viendo los últimos casos ligados a la corrupción política.  Para muchos, sobre todo para los que no han llegado a la treintena, las siglas dicen menos que un código de barras. Los políticos son gente pegada al poder con cemento, y la gestión política un paseo entre cóctel y cóctel. Da igual lo que digan o digamos. Suena menos que las instrucciones de una azafata antes del despegue. Como si gestionar el dinero público fuera poner en reventa entradas para la Real. “Es que han perdido toda credibilidad”, “son todos unos chorizos”, “van a lo que van”,  “¡con todo lo que cobran!”, “vaya mamoneo que se llevan…”, “por interés te quiero Andrés…” Hay una retahíla de frases hechas dedicadas a nosotros que supera con creces el volumen de todas las publicaciones sobre autoestima. Y en cuanto más pequeño se hace el mundo para ti y los tuyos, más duelen y más hondo llegan. Siempre hay excepciones. Pero la inmensa mayoría opinamos que a quien mete la pata en política, se le puede perdonar. Pero a quien mete la mano, hay que cortársela. Y en esto hay que serlo y parecerlo. Ya que independientemente de lo que decidan los Tribunales de Justicia y a pesar de la presunción de inocencia, que lo tenemos todos, ante la mínima sospecha de actuación fraudulenta del tipo que sea hay los políticos tenemos que ser los primeros en cortar, independientemente del color político del autor de dicho presunto fraude. Tolerancia cero. Y es precisamente lo que se ha hecho en el caso Glass Costa. Acabamos de aprobar por unanimidad en las Juntas Generales las conclusiones de la comisión de investigación del caso que afecta directamente al anterior de en la que yo mismo he participado. Yo no juzgo si el anterior director de hacienda, Sr. Víctor Bravo defraudó o no defraudó, prevaricó o no prevaricó, cometió cohecho o no. Es un asunto que compete a los jueces y tribunales ante los cuales se tendrá que defender el Sr. Bravo.  Lo que tengo claro es que el Sr. Bravo tenía que haber informado su superior, Antton Market, y no lo hizo.  Somos mayorcitos y sabemos qué está bien y qué está mal. Ya lo hemos dicho, serlo y parecerlo. Ahora, el ex diputado de Hacienda corre el riesgo de ser recordado por el caso Glass Costa, cuando su gestión fue inmejorable. No se han conocido años mejores a nivel recaudatorio. También es justo decirlo, porque a veces, sin comerlo ni beberlo, uno puede verse pisoteado. Y las pisadas dejan huella. Huellas más visibles que la virtud de tener ganas por mejorar las cosas. Desde estas líneas un fuerte abrazo Antton.  Has sido un gran ejemplo de buena persona y buena gestión. Ahí están los datos.

Si la virtud del político de querer hacer bien las cosas en beneficio del pueblo no estuviera tan distorsionada ante los ojos de muchos, no se entendería el rechazo que genera a priori el político como tal. Pero no nos queda otra, la triple T. Trabajo, trabajo y trabajo. Porque hace falta tener las ideas claras para ser fiel ante el compromiso adoptado, resistir y seguir. Porque cuatro años son 1460 noches. Pero lo haremos, siempre con tu ayuda porque este país lo merece”. 

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