viernes, 22 de febrero de 2013

LOS MECANISMOS DE POPPER Y LA CALLE LIMPIA


Estaba leyendo ayer por la noche el libro del Premio Nobel de Economía J.E. Stiglitz, "El precio de la desigualdad" mientras escuchada por la tele el caso Gurtel-Bárcenas-Sobresueldos en B cuando me di cuenta de que mi grado de indignación crecía en exponencial cuando volvía a reparar en el subtítulo del libro: "El 1% de la población tiene lo que el 99% necesita". Ya que me decía a mismo, cuanto mayor es la corrupción-en el caso de España endémica, por lo menos desde el Lazarillo de Tormes-menor es la calidad de la democracia y por tanto mayor el poder del 1% sobre el 99%.

Ya que en definitiva, estando completamente de acuerdo con la reprobación moral, ética y social así como con la claridad, determinación y la depuración inmediata de responsabilidades en los casos de corrupción, caiga quien caiga y lejos de la constante y penosa indeterminación consciente del Presidente del Reino de España, Sr. Rajoy con aquello de “ Todo es falso salvo alguna cosa”, la conclusión es que la corrupción siempre favorece a los mismos, a los del 1%, cuando el resto, el gran resto, necesitamos de políticos y partidos políticos, sanos, con democracia interna, donde prime la meritocracia frente a la mediocracia,  responsables y que miren siempre por el bien común. Aquí y ahora.

Aunque parezca difícil creerlo es el único antídoto posible para que el 1% no siga mandando sobre el 99%. Para que unos pocos tengan cada vez más y otros pocos cada vez menos. Lo contrario, bien en forma de falsos liderazgos populares, o de supuestos tecnócratas que adoptan decisiones “políticamente asépticas” que nunca lo son o populistas opciones políticas que a partir de la crisis de los partidos  tradicionales alimentan los polos extremos del mapa político, haciendo estallar todo tipo de puentes para mayor gloria del 1%, ya que siempre es más fácil controlar los extremos que precisamente no se caracterizan por su libertad de pensamiento, significa siempre y en conclusión, una democracia de menor calidad y por tanto mucho peor para los más débiles. La gran mayoría. 

Es por ello, por lo que en este preciso momento, donde más falta nos hacen políticos de primer nivel. Políticos, que nos representen directamente y regeneren de la mano de la sociedad civil, que también requiere de su catarsis particular-eliminando de la conducta popular las típicas frases como, ¿sin IVA o con IVA?, o si estuviera en su lugar-mirando de reojo al corrupto de turno- yo también haría lo mismo o, a otra escala mucho menor eso de poner de titular del coche a la amama dependiente, para para que me apliquen el tipo reducido de IVT cuando mi amama nunca va entrar en mi bi-plaza tuneado-en esta sociedad tan ajena a los valores que decimos comulgar que estamos construyendo o mejor dicho derribando entre todos. Es el cinismo, que de todas-todas nos distorsiona la vara de medir, ancho para mí, estrecho para los demás. “Total…todo el mundo lo hace”. Sin reparar que para el otro el defraudador eres tú. Es la sociedad trampa, la sociedad donde la corrupción campa como las ratas en la basura. Es que la corrupción, para que sobreviva, requiere de un microclima, de un clima, de un hábitat, de un contexto…O acaso, ¿se nos ocurre, echar un papel kleenex al suelo en una calle reluciente? Seguro que no…Esa sí que es una presión social sana.

Una presión social, y a ella me quiero referir, que nos tiene que conducir hacia una segunda transición, rompiendo de cuajo con las conductas franquistas todavía imperantes más allá del Ebro donde en lugar de dignificar la política, también con unas remuneraciones acorde con las responsabilidades que se asumen, se mezcla la representación pública con participaciones en empresas privadas, consejos de administración o lobbies que más que grupos de presión son “asociaciones” que se dedican al cobro de las comisiones. Confundiendo intereses particulares con el interés general. Creando un plato precocinado, que es el  auténtico caldo de cultivo donde se asienta la corrupción. Es, en definitiva,  la niebla de invade el microclima.

Pero bueno…aunque muchas veces parezca lo contrario…esto tiene solución. Una solución, que aunque hoy parezca un contrasentido tiene que venir necesariamente de la política. De la política con mayúsculas. Porque tenemos que creer en nuestra capacidad de reacción, regeneración y cambio. Ya que no todo es igual, ni tampoco todos somos iguales.

Es en este punto donde quisiera romper una lanza a favor de tantos y tantos políticos (de todos los colores) en particular en Euskadi, que han dado y están dando todo por el País que representan. Lo digo porque lo conozco. Por lo que con el ejemplo de las gentes de conductas más honorables, que las hay y muchas y todos las conocemos pueblo a pueblo, y que lo han todo desinteresadamente para mejorar la vida del vecino, con la fuerza y el empuje de los más jóvenes (los grandes olvidados salvo para las fotos de campaña) y el compromiso con nuestros hijos, porque se lo debemos es el momento, de iniciar esta segunda transición. Sobre todo de la mano de una nueva generación, también de políticos, que entre otras cosas no llegó a votar ni la Constitución ni el Estatuto. Es el momento del siguiente eslabón de la cadena. De nuevas caras. Es el momento del tick-tack para abrirles el paso. Para que ese eslabón asuma su papel central. A todos los niveles. De  aquella generación que crecimos masticando el chicle Cheiw, cuando aparecían los dos rombos nos mandaban a la cama, montábamos en un BH, nos regalaron nuestro primer Casio digital y flipábamos o nos aproximamos a las nuevas tecnologías con el Spectrum. Es nuestro momento y lo tenemos que reivindicar.

Desprendámonos pues, de perezas, comodidades, también incredulidades, del “¿qué puedo hacer yo?, total…todo va a seguir igual”. Demos el primer paso.  Y el segundo, y el tercero…Hagámoslo por el 99%. Por nosotros mismos. Ya que como decía Popper, no podemos aspirar a gobernantes perfectos, pero sí a perfeccionar los mecanismos para que los malos gobernantes hagan, nos hagan, el menor daño posible. Y nosotros, tú y yo, tenemos que ser parte de ese mecanismo. Lo somos ya, desde el momento en que somos parte de esta sociedad, de nuestros pueblos y ciudades, de nuestro País. En definitiva de nuestra “polis”. Exijamos bolsillos de cristal y sin dobles fondos y seamos implacables con el “chorizo”. Empecemos alterando el microclima, el clima, el hábitat… en resumen…empecemos con “todo con IVA”, desde la alfombrilla del descansillo, el menú del fin de semana, pasando por el ultimo empaste…hasta…tu pones el ejemplo. Porque al ser parte de la calle,  también de ti depende el microclima, el clima, el hábitat…¿te acuerdas?…que nadie eche más mierda al suelo, porque está limpio.

Porque lo mantenemos limpio entre todos. Aparte de la excelente educación, de los servicios sociales gran nivel o buen transporte público, lo que también debemos aprender de nuestros vecinos del norte-con los que tanto nos fijamos aunque la vista de algunos se tuerza hacia la Chávez de Venezuela o la Cuba de Castro- es la concienciación social de que quien defrauda no defrauda al Poder-la picaresca del lazarillo-sino al vecino al que le deja sin asistencia social, cama en el hospital o pupitre en el aula. Y a partir de ahí, presionar a los partidos políticos, reconociendo su necesidad, para que se abran a la sociedad y sean permeables a sus necesidades. Partidos sí por tanto. Transparentemente financiados. Políticos también. Por supuesto. Debidamente pagados y en continua relación con los votantes de su circunscripción. ¡Porque no!, con listas abiertas, sobre todo en la política local, aunque esto tampoco sea la panacea exenta de problemas. Para que le midan, le controlen y le evalúen, la gran asignatura pendiente, y le voten o no en las siguientes elecciones. Y de nuevo control, control y control. A todos los niveles. Y cercanía, mucha cercanía. Una relación real de tú a tú. Sin ruedas de prensa sin preguntas. Y al que se le pilla con la mano en el tarro de mermelada, se le cierra la tapa. De inmediato. Sin contemplaciones. Serlo y parecerlo. Implacabilidad. Tolerancia cero. Y eso sí, si se demuestra su inocencia, rehabilitación con mayúsculas. También ocupando portadas. Estos son los mecanismos de Popper. Tus mecanismos. Nuestros mecanismos. Es nuestra exigencia, tu exigencia, a la vez que nuestra obligación, tu obligación. Para que el 1% mande cada vez menos sobre el 99%, que es donde estamos tu y yo. Es nuestro deber cívico. Te lo debo. Me lo debes. ¿Qué te parece?  

0 comentarios:

Publicar un comentario