martes, 7 de septiembre de 2010

De ‘Nacionalismo’…


Entrevista publicada en : www.equismagazine.es











Hablar de Nacionalismo hoy en día es meterse en ‘camisa de once baras’. Tendemos a pensar que aquel que defiende su origen, lo hace en contraposición al nuestro, más allá de entender que reivindica todo aquello que le hace ser quien es: idioma, cultura, territorio…

En nuestra ronda de entrevistas con políticos jóvenes para el número de septiembre de La Equis queríamos tener todas las ópticas posibles que nos ayuden a comprender el prisma político estatal. Uno buen ejemplo de líder jóven de éxito es Asier Aranbarri, alcalde por el Partido Nacionalista Vasco (PNV) quien, con a penas 30 años, ya dirigía el consistorio de Azkoitia (Guipúzcoa). Hablamos con Asier de nacionalismo, política, jóvenes…


Un alcalde joven que lleva al frente del Ayuntamiento dos legislaturas ya…todo un ‘rara avis’ hoy en día en el que la juventud parece sinónimo de incompetencia, ¿no?

A. A:- Creo que ése es un discurso fácil en el que caemos demasiado a menudo. Ningún grupo de edad se salva de la dosis de incompetencia que le corresponde, por que el género humano, por desgracia, no es perfecto. Creo que a los jóvenes de hoy se les ha explicado, o se nos ha explicado todo, sin dejar que lo vivan o vivamos. El consumismo actual nos ha nublado la vista y nos parece que todo es de usar y tirar. Vivimos en la cultura de la instantaneidad y hemos perdido la cultura del esfuerzo. Sí echo en falta una mucha mayor inculcación de valores tradicionales, que no retrógrados, como el interés por hacer bien las cosas. Creo no nos damos cuenta de que sin esfuerzo no se consigue nada. Hay que pelear por lo que uno quiere, si es que sabe lo que quiere, claro.










Para que nos quede claro, ¿quién es Asier Aranbarri?

A. A:- Un padre de familia de tres hijos, licenciado en Derecho, que en estos momentos tiene muchas ganas de trabajar y de vivir con una actitud abierta y generosa. Mi reto diario es hacer felices a los que me rodean y mi objetivo político es que el pentagrama político no siempre suene igual. Tenemos que ser capaces de abrir los grifos de las emociones, los sentimientos y las ilusiones que a una sociedad le hacen falta. Aparte de una buena gestión para mejorar la calidad de vida de la gente, hay que activar el pensamiento y la capacidad de acción de las personas.


Teniendo en cuenta lo denostada que está la imagen de la clase política en España, ¿qué te movió a hacer carrera Política? ¿Compensa?

A. A:- Tengo claro que en política la puerta de salida siempre está abierta de par en par. Quiero hacer política, no depender de ella. De carrera política podré hablar al final, cuando diga “hasta aquí he llegado”, que no sé cuando será. Soy muy crítico con quienes profesionalizan la política y necesitan un tobogán para despegarse. El político tiene que saber cuando puede aportar algo y cuando está de sobra. Ahora, en esta vida no vale arrepentirse por lo que uno no ha hecho. Claro que compensa. Si crees en lo que haces. La política no siempre se hace en mayúsculas. Reformar aceras también es hacer política por que estamos hablando en todo momento de gestionar dinero público. Ahora mismo, si todos los concejales de todos los municipios de Euskadi se declararan en huelga, los pueblos se paralizarían. Y eso también hay que verlo. He dicho en alguna ocasión anterior, que la mala fama del político viene, en parte, porque la sociedad concibe al político como el niño a los Reyes Magos. Se les puede pedir todo o casi todo. Y como el político tiene que marcar prioridades, no puede satisfacer a todos, lo que lleva a crear una frustración que se traduce en una actitud de rechazo. También es una consecuencia del consumismo instantáneo en el que vivimos. Lo queremos todo y ya. Componemos una sociedad de generaciones poco frustradas en su niñez.


En este mismo sentido, en los últimos años (entre Gurtels, Malayas y Millets) parece que ocupar un cargo político es todo un chollo. Hablando claro, ¿se puedo uno enriquecer siendo Político?

A. A:- Siempre digo una cosa: a quien mete la pata, se le perdona. A quien mete la mano, se le corta. El político tiene que tener su sueldo como el resto de trabajadores. Y punto. El político si no es vocacional, no es político. Y meterse en política para enriquecerse no sólo es moralmente reprobable, sino algo que a la gran mayoría ni se nos pasa por la cabeza. Pero tengo la impresión de que en el futuro los jueces serán los propios ciudadanos. No sólo en casos de corrupción. Hemos vivido años de bonanza económica en los que, si ha podido haber un ligero despilfarro, ha sido perdonado por los votantes. Cuando no haya nada que rasgar en los bolsillos, la gente será mucho menos condescendiente y mucho más rigurosa a la hora de controlar qué se hace con dinero público. Y no digamos, en casos como los que ha nombrado.


Este mes intentamos aclarar los motivos del supuesto desinterés por la Política que tienen los jóvenes actualmente. ¿A qué crees que se debe?

A. A:- El ser humano tiene dos necesidades básicas: techo y trabajo. Si no tiene cubiertas esas necesidades, la política se le antoja una utopía, un ejercicio romántico casi. Hemos asistido en los últimos años a una exagerada carestía de la vivienda y con la crisis ha llegado el desempleo. La imposibilidad de desarrollar un proyecto propio impide cualquier otro tipo de intervención o participación social en pro de la colectividad. La desilusión, la impotencia y el aburrimiento que deriva de esa situación lleva a muchos a encerrarse en su habitación con la única compañía del ordenador. Además, hay muchas diversiones para llenar el tiempo de ocio en lugar de pensar cómo hacer crecer el PIB o cómo cuadrar cuentas


Este mes intentamos aclarar los motivos del supuesto desinterés por la Política que tienen los jóvenes actualmente. ¿A qué crees que se debe?

A. A:- El ser humano tiene dos necesidades básicas: techo y trabajo. Si no tiene cubiertas esas necesidades, la política se le antoja una utopía, un ejercicio romántico casi. Hemos asistido en los últimos años a una exagerada carestía de la vivienda y con la crisis ha llegado el desempleo. La imposibilidad de desarrollar un proyecto propio impide cualquier otro tipo de intervención o participación social en pro de la colectividad. La desilusión, la impotencia y el aburrimiento que deriva de esa situación lleva a muchos a encerrarse en su habitación con la única compañía del ordenador. Además, hay muchas diversiones para llenar el tiempo de ocio en lugar de pensar cómo hacer crecer el PIB o cómo cuadrar cuentas.


En vuestro caso, desde el PNV, ¿qué acciones se llevan a cabo para acercaros al elector joven?

A. A:- La literatura militante, la prensa partidista o los propios partidos tenemos la errónea tendencia de hablar y dirigirnos a un público de convencidos. Desde el PNV, queremos darle la vuelta a eso, porque un foro con una persona de diferente pensamiento vale más que uno lleno de gente con las mismas ideas. Pero, ¡ojo!, la política no debe de ser una imposición, sino una convicción. ¿Cómo lo hacemos? Diciendo claramente lo que somos, lo que queremos y a dónde vamos. Reuniéndonos con la gente. Estando a pie de calle y chupando asfalto. No es un coto que tengamos que invadir o comprar ni con acciones ni con un discurso popular. Pero sí hay que explicar qué es la política y para qué sirve en realidad. Yo, que soy portavoz de las Juntas Generales de Gipuzkoa –algo así como el parlamento de Gipuzkoa- veo que hay muchos jóvenes que no conocen la existencia de las mismas, al igual que no saben qué es el concierto económico de Euskadi. Pero lo grave es que luego tampoco relacionan todos los servicios que la administración ofrece con política.


Asier, ¿y sabrías decirnos qué diferencia a un joven nacionalista del resto?

A. A:- En nuestro caso, joven o no, el nacionalista se siente vasco y en el siglo XXI sigue queriendo ser vasco. El nacionalismo del PNV desea una Euskadi libre en una Europa libre. Tenemos un modo de ser propio, pero abierto al mundo. Respetamos y pedimos que nos respeten. El sentimiento de pertenencia a algo va más allá de un mero espacio territorial e incluso supera el terreno de la cultura. Es la asunción de pertenencia a una colectividad, a un pueblo, a un país. Porque somos un pueblo. Por historia y por voluntad. Y por eso no somos ni mejores ni peores. Y por supuesto, nuestro elemento identitario principal es nuestra lengua, el euskera. A mí el viajar me ha enseñado que todos somos nacionalistas, porque es como el DNI. En este mundo globalizado, cada vez necesitamos más retornar a nuestras raíces. Todos somos de nuestra madre y nuestro padre. Estoy convencido que al igual que el siglo XX ha sido el siglo de los Estados, el XXI será el de de las naciones.


Tenemos una de las tasas más altas de Europa de absentismo electoral entre los jóvenes. ¿Nos puedes dar 3 motivos por los que siempre se debería acudir a las urnas?

1-No es verdad eso de que “ganen unos u otros, viviremos igual de bien”.

2-Porque el que no vota no puede ni quejarse ni exigir.

3-Porque es un derecho por el que alguien luchó por conseguirlo.


¿A qué político/s admira Asier Aranbarri?

A. A:-No daré nombres, pero el político que admiro tiene que tener tres virtudes: sencillez, porque es la virtud por excelencia, capacidad de llegar a acuerdos y liderazgo para cambiar las cosas. Un ejemplo, Jose Antonio Agirre Lekube, el primer lehendakari de todos los vascos.


Dicen que el ‘poder corrompe’ y crea adicción…¿te ves otras dos legislaturas más gobernando? ¿Dónde quieres estar dentro de 10 años?

A. A:- Espero mantener la capacidad de discernir dónde soy necesario y dónde no dentro de 10 años. Estaré allá donde pueda aportar algo como político si es que tengo algo que aportar. Pero en política, el podium lo deciden los votantes.



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lunes, 6 de septiembre de 2010

Un alto el fuego agridulce

Hay sensaciones o estados que dejan un recuerdo tan real que el tiempo es incapaz de borrar. Tras una difícil despedida, iba en el autobús intentando no llorar cuando me di cuenta de que el ritmo de la gente no variaba aunque dentro de mí estallara una tormenta. Podía estar con un pie en un precipicio, que los que me rodeaban iban a lo suyo con la mirada casi perdida. Los edificios no se derrumbaron, ni murieron los peces del río aunque a mí me hubiera gustado que la naturaleza se solidarizara conmigo y parara el mundo en señal de duelo. Pero no. Todos corrían a mi alrededor. En lugar de mirar por la ventana del bus, ayer mis ojos se dirigieron a la calle desde el balcón de casa. La escena era habitual. El alto el fuego no había cambiado el paisaje. Los rostros de la gente no anunciaban nada nuevo. Los transeúntes bastante tenían con lo que tenían. Un nuevo paron de ETA, en otro tiempo, hubiera sido como para sacar a las calles de Euskadi todas las charangas habidas y por haber. Pero tanto dolor ha hecho que nos convirtamos en sordos y ciegos. Vamos a lo nuestro, aunque verlos en la pantalla con sus capuchas nos provoquen sudores fríos. Efectivamente, su presencia está ahí. Son los periodistas los que se encargan de darle bombo y platillo. No es para menos. Pero el tiempo, aunque nubla el pasado, no lo borra del todo. Al final, lo importante es que ETA ha anunciado un alto el fuego, aunque sigue siendo como el Gran Hermano, sigue vigilante. Hasta que entregue su cubertería, no se oirán las charangas. La gente irá a lo suyo. Menos aquellos que llevan dentro una tormenta porque ETA interrumpió un día su viaje en bus. Desde aquel día el autobús en el que montan sólo tiene dos paradas: unos paran en el cementerio. Otros, en la cárcel. Los primeros hablan a los ausentes. Los segundos charlan con los que están entre rejas. Eh ahí la diferencia entre un monólogo y una conversación. El día en el que ETA diga adiós definitivamente sus párpados descansarán. Hoy, sus lágrimas siguen siendo saladas. 

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