jueves, 10 de junio de 2010

La botella medio llena

ASIER ARANBARRI URZELAI. Portavoz de EAJ/PNV en Juntas Generales de Gipuzkoa

“¿Qué tal?” / “bueno…” 

“¿Qué haces?” / “psssssssss…” 

“¿Qué plan tienes?” / “nada del otro mundo”

“¿Porqué no te vienes?” / “porque me canso” 

“Buenos días” / “ojalá fueran buenos” 

“¿Te apetece…?” / “¡Qué más da!” 

“¿Te vienes?” / “Mejor me quedo” 

“¿Porqué te quejas?” / “No sé…”. 

Hay gente positiva por naturaleza y con una capacidad desmesurada de recuperación. A otros, sin embargo, las canas les pillan sin haber levantado cabeza y se le escapan los años titubeando. Sin duda, el optimismo es una virtud, a menos que , llevado al extremo, desvirtúe la realidad y haga flotar las neuronas de quien lo es. En general, diría que el mundo es de los optimistas. De los que se levantan cada vez que se caen. Y de los que no tienen miedo a caerse. De esa pasta están hechos muchos de los empresarios que exponían sus máquinas la semana pasada en la Bienal de la Máquina Herramienta que acogió el BEC. Aunque las expectativas eran bastante catastrofistas, recalaron en Barakaldo más de 35.000 personas de algo más de medio centenar de países. Entre fresadoras y centros de torneado, se adivinaba una más que ligera preocupación por la resistencia de los mercados a ser dominados y por las innumerables variables que afectan a la competitividad. Sin embargo, la Bienal no deja de ser una muestra del saber hacer, de tirar del carro, de ver en los momentos bajos una oportunidad y no un agujero. El esfuerzo adquiere su cara más amable. Stands de diseño, comerciales con su mejor sonrisa, artículos presentados como joyas, máquinas gigantescas sobre moqueta, café para clientes, carteles publicitarios y tarjetas de contacto. Todo al detalle. Parece que todas han sido creadas para exponer, cuando detrás de cada firma tiene que haber gente que se rompe los cuernos por ir dotando de más tecnología las máquinas y por buscar resquicios que les permita una mayor especialización para acceder por la puerta grande a mercados como el del eólico. Gente que pelea por vender porque de esas ventas dependen x número de familias. Gente que apechuga la crisis con seriedad y responsabilidad. Uno de los handicap para las empresas vascas de máquina herramienta es la debilidad del mercado español, cuando para Italia o Alemania su mercado interno sigue siendo una palanca de apoyo. Ahora que, a nivel global, Europa se ha convertido casi en una anécdota, tienen que tocar puertas en China, India o Brasil. Un reto apasionante que requiere elevadas dosis de optimismo. El tejido empresarial vasco ha dado ya sobradas muestras de su valía, tanto en tiempos de vacas flacas como en épocas doradas. Y lo cierto es que quien sufre y padece lo primero, acepta con más caballerosidad y humildad lo segundo. Ya se sabe, “belar motzean hazitakoak…”. En cualquier caso, lo que está claro es que los mercados sucumben ante los que ven la botella medio llena.

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