lunes, 17 de octubre de 2011

Infantilismo

La política puede ser muchas cosas, pero el infantilismo que Bildu ha mostrado al rechazar el puerto exterior de Pasaia o el TAV pasando por el arco del triunfo la postura mayoritaria del parlamento guipuzcoano sólo cabe en una sociedad que ha hecho excesivas concesiones a la izquierda abertzale en nombre de la normalización y la pacificación de este país. Se quejan de falta de talante democrático cuando bajo sus abominables pataletas se oculta una casi inexistente voluntad para materializar proyetos cuya relevancia ha sido ya suficientemente discutida y que suman el apoyo de la mayoría de la sociedad vasca que para algo es llamada a votar cada cuatro años. Es la democracia representativa. Si la coalición que gobierna la institución foral no es capaz de ese mínimo respeto hacia otros partidos, ¿con qué bagaje ético cuenta para exigir nada a los demás? Las Juntas Generales no son una asamblea donde cada cual pide a la carta y en clave de barrer para casa.
La izquierda abertzale ha hecho de la democracia participativa una estrategia electoral cuando ha estado fuera de las instituciones. Ahora que está dentro, no respeta ni siquiera la democracia representativa, que hay que otorgarle al menos el valor de ser la más igualitaria.

Pero el señor Garitano se cobija bajo el discurso de siempre. "Pese a todas la dificultades -aseguró en sus declaraciones tras los primeros 100 días de su mandato- el Gobierno foral ha logrado conectar con la voluntad de los guipuzcoanos de querer hacer otro tipo de política, cuyos ejes no sean el cemento y los macroproyectos de tan dudoso beneficio social". ¿Es que sigue pensando que sus votantes le votaron para echar por tierra esos proyectos? Inversión en personas frente al hormigón. Suena bonito, claro. Poesía para no hacer nada.
Nuestra democracia, lamentablemente, no cuenta con herramientas de presión eficaces para someter a la acción a una autoridad que no tiene inconvenientes en estar de brazos cruzados cuatro años, mientras se arroga llegar a acuerdos en el tema fiscal con el PSOE y en el de peajes con el PP. Es la geometría variable de Garitano. Pero es también su responsabilidad, su máxima responsabilidad en este momento el impulsar proyectos que generen ingresos en el territorio. En definitiva proyectos que generen empleo y creen riqueza. Pero de eso nada de nada. Pero nada.
Venga a dar vueltas a los gastos. Sobre todo para erradicar la pobreza. Para ello, la fórmula que prodiga Ander Rodriguez es aplicar la Renta Básica de Ciudadanía que es “universal, individual e incondicional”. En Alaska debe funcionar. Para mí es lo mismo que el “café para todos” del gobierno de Zapatero que repartió 400 euros y el “cheque bebé” a diestro y siniestro hasta quedarse con los restos. Pensando igual es fácil llegar a acuerdos. Hasta se parecen en echar balones fuera. Para Garitano la culpa es de Olano. Para López, de Ibarretxe. El reparto del dinero público no puede ser nunca indiscriminado. ¿Qué sentido tiene si no apostar por una fiscalidad progresiva o recuperar el impuesto de patrimonio si luego todo el mundo va a cobrar una renta sencillamente por existir y sin tener que solicitarla? ¿De dónde va a salir ese fondo común?

“La primera obligación de un estado de bienestar es cubrir mis necesidades”. Es lo que debió pensar la actual portavoz foral, Larraitz Ugarte, cuando cobraba la renta básica estando de profesora en la UPV. “Podía haber pedido ayuda a mis padres, pero son gente sencilla, de clase trabajadora y yo soy orgullosa y quería sacar a mi familia adelante con mis propios medios”. Estupendo. Así que en lugar de desembolsar a sus progenitores, lo hacemos todos los guipuzcoanos. ¿Que cumplía con las condiciones legales? Faltaría más. Pero sinceramente, ¿estaba usted en una situación de exclusión social? Lo dejo a su conciencia. Ahora bien, si hubiera sido alguien del PNV ya hubieran pedido su dimisión, ya se hubieran manifestado delante de su casa y ya hubieran editorializado los medios afines. Pero cómo es de Bildu, que se va a hacer. Lo que es “jeta” para unos se convierte en linchamiento moral para otros. Esa es la vara de medir de Bildu. Lo mío para mí y lo del otro a medias. ¡Así quien no es de izquierdas!.

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